BREVES LÍNEAS A MI AMADO

Amado mío, déjame recordar la mañana aquella…¡cómo susurraba la lluvia, y anunciaba en su misterio que tu alma y la mía, estaban a punto de enlazarse! ¡Ah! tu mirada me venció en aquel invierno lejano…¿Cómo olvidar los rizos castaños que jugueteaban en tu nuca? ¿Cómo echar al olvido tu acento? Te observaba nervioso, inquieto, y sentía tus ojos profundos que rasgaban el velo de mis secretos.
¡Ah! juventud de dos, que se amaron a escondidas, esos éramos tú y yo…nuestras citas en aquella esquina, cada tarde, se convirtieron en mi razón de ser. Yo guardaba en mi viejo ropero algunas de tus ropas, «tus vestones» (como tú los llamabas) estaban impregnados del aroma de tu piel, ¡ah, tu fragancia! llenaba mis horas y era mi delirio, cuando me quedaba a solas.

Solía aspirar tus ropas, como quien aspira flores. Así te he amado, desde el amanecer de mis días. ¿Dónde escapó el amor de juventud? ¿Dónde se quedó el ruido de tus pasos que alborotaron mis sentidos? Tú llegabas, y había fiesta en mi faz, mis lágrimas brotaban por ti.
Han pasado 46 años desde aquella mañana santiaguina, y aún te guardo como una estampita en nuestra estancia. Con tu andar fatigado rodeas mi alma, y a Dios le pido que la vida nunca nos separe.

Dedicado a mi amado esposo – 2,017
De mi Libro
«Por los bosques del silencio»

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