NO QUIERO VIVIR SIN TU VIDA

Hija amada,
deja tu puerta entornada
para sentir tu fragancia
que quedó flotando
en el silencio.

Hay sólo una oscuridad
inmensa
en tu recámara
donde tu risa se esconde
por los rincones olvidados
que no palpan tus manos.

Tu lamparita
es sólo un recuerdo apagado
en la noche más amarga
donde tu voz no me llama.

La ternura de tus alhajeros
pintados con arte y tesón,
ahí yacen polvorientos,
y tu alcancía dibujada
con lo poco que quedaba
de tu alma de niña,
me desgarra el sentimiento.

No quiero vivir
sin tu vida,
no quiero luchar más,
ni infundirme
fuerzas que no existen
en mis días más aciagos,
donde faltan tus pasos
y abunda tu ausencia.

Tu habitación en penumbras
emana tristeza.
Hay dolor
aún en las cortinas
que cubren tu ventana,
testigo de los años
celestes
de tu tierna juventud.

Hija amada,
regresa de tus sueños
de grandeza,
que han alejado tus pasos
de la casa materna.
Regresa al amor de mamá,
que te espera
con la sonrisa desbordada
de esperanza y buenas nuevas.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada hija Stephanie
en el tiempo en que se mudó a vivir
lejos de mí. 

De mi poemario
"Por el valle de los aromas"

Derechos reservados
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Dos odres nuevos

Dos odres nuevos

DOS ODRES NUEVOS

♥♥♥♥♥♥♥

Amado, hoy viene a mí tu voz. Y ninguna palabra dicha en tu acento, sonará mejor en otra boca. «Cerro San Cristóbal» dijiste, y el Santa Lucía que recorrí con tus ojos. Tu calle pobre, de árboles enjutos, de lodo y piedra en Conchalí, donde corrió tu infancia de cometas, y espadas de alambre, hechas por tus manos. Solías decirme que siempre llevabas alfajores en los bolsillos.  Esposo mío, tus palabras vuelven a mi recuerdo con el tinte puro de tu tierra. Mas si aún te espero, ¿porqué te has ido? ¿En qué oscuro momento pusiste mi piel temprana en olvido? ¿y no te acordaste que atardeció bajo el contacto de tus manos?

¿En qué oscura fracción de segundo tocaste la desconocida puerta, que te encadenó a la distancia? Fue un engaño de tus sentidos, que lastimó nuestras vidas. Mas hoy, en que tus miradas lavadas por las lágrimas, se han tornado balsámicas para mis antiguas heridas; yo te espero amor. Me estoy formando para ti en un molde nuevo.  Como tú, odre viejo, desmenuzado al sol y tallado en nueva forma por las manos maestras del Eterno.

Cool Text - Ingrid Zetterberg 325383622287867

De mi poemario

«Jardines de antaño»

♥♥♥♥♥♥♥

Derechos reservados

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El canto de la tórtola

El canto de la tórtola

EL CANTO DE LA TÓRTOLA

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Se acerca el día final…

el día en que he de cerrar

esta puerta

que me lleva hasta tu alma.

♥♥♥♥♥♥♥

Remembranzas

que quieren aferrarse a mi lira,

las he de dejar.

♥♥♥♥♥♥♥

Y siento que un sol se apaga,

un sol inmenso de añoranzas

que no habrán de retornar.

♥♥♥♥♥♥♥

Dejar este rincón tuyo y mío,

no es tarea fácil…

no es cosa de todas las horas

abandonar tus manos,

tus faenas,

tus delgados pasos.

♥♥♥♥♥♥♥

Sé que me harás falta

en noches como ésta.

♥♥♥♥♥♥♥

Sé que te irás lento de mis letras,

con tus hortalizas,

tus migajas

desperdigadas en la huerta…

Y ya no cantarán en mis versos

los pajaritos amarillos, que alimentas.

♥♥♥♥♥♥♥

Se acerca el broche final

con el cual habré de sellar

este libro que lleva cautivas

tu vida y la mía.

♥♥♥♥♥♥♥

Décadas de luz y sombras,

en que el viento llevó muy lejos

el canto de la tórtola.

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Dedicado a mi amado esposo

De mi poemario

«El canto de la tórtola»

♥♥♥♥♥♥♥

Derechos reservados

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Fa – Sol – La

Fa - Sol - La

FA – SOL – LA

♫♫♫♫♫♫♫

La música

tiene resonancias

de vida.

♫♫♫♫♫♫♫

Ecos de pasos

que vigilan.

♫♫♫♫♫♫♫

Pianos gastados

y viejas bondades

entre notas

de acordeón,

de aquel invierno

enfundado

en mi bolsillo;

♫♫♫♫♫♫♫

cuando aún

el viento

no había empujado

hasta mi puerta

su carreta

de sueños.

♫♫♫♫♫♫♫

Olvidadas melodías

de amarillentos

salones,

acaecidas hace ya

tantas lloviznas.

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De mi poemario

«Los girasoles eternos»

♫♫♫♫♫♫♫

Derechos reservados

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AGONÍA

Me pesa mucho la vida.
Las mañanas
ya no son las mismas;
y el cerrojo
de aquella puerta
con su mismo sonido
ya no suena igual.

Todos los días
me inclino en vano
sobre la nada,
a esperar.

Yo tenía una mañana
que no sé a donde se ha ido.
Y no puedo ir hacia ella
ni ella quiere volver a mí.

A veces se me acerca
entre arbustos y flores,
y luego se escapa.

Y sólo queda para castigar
este tonto sueño,
la comba del albañil,
pegándole y pegándole
al otoño gris.

Agonía
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De mi poemario

«El azul de la vida»

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Derechos reservados

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VELANDO TU SUEÑO

Velando tu sueño

No quiero que mi lira
me lleve por extraños senderos,
quiero quedarme en tu barquita,
donde tú duermes
al vaivén de las aguas del atardecer.

Quiero cruzar mares contigo
en tu sueño tranquilo
donde tus manos finas
se alargan acariciando
sombras oníricas.
Quiero tu paz que es mía,
tus ojos dormidos
que entristecen mi alma,
tu puerta cerrada
que oscurece mis miradas.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada hija Stephanie

De mi poemario
"Por el valle de los aromas"

Derechos reservados

Mi escalera

Mi escalera

MI ESCALERA

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Esa escalera,

que no la derrumben por favor;

por esos fríos escalones

anda mi niñez

rodando todavía,

clara y tibia

como un sol de primavera.

Hoy,

después de tantos años

vuelvo a ella

con todo mi andar fatigado;

y me detengo

ante sus viejas gradas

que se ofrecen cual un regazo

para mi descanso.

♥♥♥♥♥♥♥

Sentada en esa escalera

retorna en mí la niña

que antaño jugara con muñecas;

y a mi oído regresan

las voces y los gritos

de la infancia;

los pasos de mi madre.

 

¡Cuántas veces

por esa escalera

la oí regresar con su soledad

y nuestro pan!

Por aquella escalera

llegó el cartero

hasta mi puerta

en los días de ausencia,

y luego la alegría

tras las lágrimas.

♥♥♥♥♥♥♥

Esa escalera,

que no la derrumben por favor.

Hoy al verla

en mí ha brotado

todo el ayer intensamente;

todo lo que creía

oculto para siempre.

descarga (1)

De mi Libro

«Por los bosques del silencio»

♥♥♥♥♥♥♥

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A un ángel que ya no está

A un ángel que ya no está

 

A UN ÁNGEL QUE YA NO ESTÁ

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Tierno angelito,

¿qué sagrado misterio

te llevaste al partir?

¿Qué anidaba en tu alma,

y en tu humilde latir?

Como mariposa en capullo,

como luciérnaga brillante

escapaste en la noche

de mis ojos,

hacia el bosque del adiós,

donde mueren los gorriones.

♥♥♥♥♥♥♥

Angelito primoroso,

deja que te cante una nana.

Deja que te arrullen

mis sueños,

que se han quedado vacíos.

Esa melodía dolorosa

ha tocado mi puerta,

y me ha visitado tu pequeña voz

transformada en gemido.

Susurrándome secretos del alba,

te quedaste para siempre dormido.

 

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Dedicado a un nietecito

que no pudo nacer

♥♥♥♥♥♥♥

De mi Libro

«Por los bosques del silencio»

♥♥♥♥♥♥♥

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IngridZetterberg (4)

Orfandad

 

Orfandad (1)

ORFANDAD

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En una tienda de cualquier calle de mi tiznada ciudad, un niño andrajoso, casi desnudo, ingresa a una panadería, y acercándose a una alta vitrina, contempla con lastimosa mirada, un  pastel apetitoso, y empinándose para ser visto, pregunta con temor: -¿Cuánto cuesta ese pastel?- Y una voz indolente le contesta: – En la pizarra está el precio.- Y el pequeño que  no sabe leer, todo ojos, todo tristeza, mira en derredor suyo,  como buscando ayuda. Luego saca de sus mugrosos bolsillos, una moneda; una sola moneda de  S/. 1.00 (un sol). Y pregunta de nuevo: -¿ Cuánto cuesta ese pastel ?- Y una voz impaciente le responde:- S/. 5.00 (cinco soles) muchacho. Y el pobre niño apretando en su mano su única moneda de S/. 1.00 (un sol), se aleja cabizbajo hacia la calle, a sentarse en el dintel de alguna puerta, como si le pesaran demasiado los ocho años que lleva sobre su piel.

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En la oscura avenida, la gente va y viene, distraída; los omnibuses echan su estela de veneno al pasar, y el vendedor de revistas se dispone a cerrar su puesto. Pero el chiquillo inadvertido para todos, se acurruca en una puerta de la noche, con hambre y sin niñez.

Apretado en su rincón, está llorando.  Aún tiene en su puño cerrado, la moneda de S/.1.00 (un sol).

Pasan bromeando los estudiantes.

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Los cansados obreros regresan a sus hogares, mientras las bocinas se remedan.  Ruedan las colillas de cigarro, empujadas por el frío viento.  Un borracho solitario se tambalea en una esquina entre luces de avisos que parpadean. Pero nadie ha visto al pequeño vagabundo, que no conoce mesa, ni cama, ni madre. Y ahora ha dejado de llorar para dormirse con su hambre.

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De mi poemario

«Jardines de antaño»

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