Maestra rural
rodeada de tus niños...
eres un candil encendido
en aquel lejano pueblo
de Los Cerrillos.
Llevas música en tus palmas
para hacer bailar
a tus chiquillos.
Ellos se prenden a tu falda
como buscando tu abrigo.
Les enseñaste las letras
y ya leen de corrido;
con alegría y cantares
adornaste sus recreos.
Oh maestra de pueblo,
sacrificada y humilde
que sanaste heridas del alma
y también rodillas raspadas.
Mas los años ya se han ido;
tus niños crecieron
y ya son hombres y mujeres
que emigraron a grandes ciudades.
Y tú ya has envejecido
oh maestra de vocación
que fuiste echada al olvido.
INGRID ZETTERBERG
De mi poemario
"Amaneciendo entre lirios"
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